Coaching: marketing versus realidad

Recientemente, desde Alter Canarias Psicología hemos sido partícipes de un debate generado en torno a las diferencias entre el ejercicio profesional de la Psicología y el coaching. Todo comenzó con una imagen en la que se comparaba de manera errónea, falsa y simple, las supuestas competencias del coach frente al profesional de la Psicología. Dado que estamos hartos de encontrarnos ese tipo de informaciones, hemos decidido redactar una entrada en la que se expliciten las diferencias reales entre la actividad profesional de la Psicología y el coaching. Veamos si esto aclara las cosas…

Lo primero que podríamos preguntarnos es si existen diferencias históricas entre la Psicología y el coaching. Curiosamente, mientras la Psicología posee un cuerpo teórico bien definido y que puede situarse fácilmente en una línea temporal que ha sido descrita en diversas publicaciones (p. ej. Santamaría, C. (2018). Historia de la psicología. Madrid: Ariel Ediciones); el coaching posee dos historias diferentes.

Cuando acudimos al coaching empresarial, que fue el primero en desarrollarse y expandirse en torno al año 2000, la historia comienza con la generalización de técnicas pertenecientes al contexto deportivo para su aplicación al mundo empresarial. De manera intuitiva, podemos comprender que el nombre de la técnica deriva del vocablo inglés coach, termino que apareció en torno a 1830 y cuyo significado fue introducido por el Oxford English Dictionary y que hacía referencia a la jerga utilizada para designar a un tutor o entrenador.

Sin embargo, la aplicación del coaching en otros campos hace referencia a una historia muy diferente. En ella se expone que el vocablo coach deriva del serbocroata «kocsikázik», que designa a «coche» o vehículo para transportar personas de un punto a otro. Además, el recorrido desde esta perspectiva se remonta a la Grecia Clásica, al diálogo socrático y avanza a través de la Historia haciendo especial hincapié en los aportes de la fenomenología y de la Psicología humanista. Esto es llamativo, dado que cualquier estudiante de Psicología identificaría estos temas como algunos de los más relevantes en el desarrollo histórico de la Psicología profesional. ¿Significa esto que tenemos la misma historia? ¿Fue Sócrates el primer coach en morir al ingerir cicuta? Nada más lejos de la realidad.

Lo que ocurre se ilustra con la siguiente presentación, disponible online y utilizada por Vikki G. Brock, una de las formadoras más conocidas del campo, en sus seminarios acerca del coaching (http://vikkibrock.com/wp-content/uploads/2013/05/ICF-PHX-2013-Coaching-History-Secret-History-of-Coaching.pdf). En ella se da a entender que el coaching es algo así como una «evolución» de las diferentes disciplinas en las que se basa. Esto es erróneo, estas disciplinas no sólo no han desaparecido, sino que han avanzado y se han perfeccionado gracias al marco científico. Se ha llegado al punto en el que están homologadas y avaladas por títulos universitarios oficiales que otorgan competencias para ejercer profesiones.

La siguiente pregunta que podríamos hacernos sería: ¿hay diferencias en cuanto a la formación de los psicólogos y los coach? La hay y es muy grande. Ejemplificaremos la formación de una psicóloga utilizando el plan de estudios de la Universidad de La Laguna (ULL), muy similar al de otras universidades españolas.

Las asignaturas que componen el Grado en Psicología de la ULL son las siguientes:

  • Primer curso: Motivación y emoción; Anatomía humana: anatomía del sistema nervioso; Fundamentos de biología celular; Fundamentos de metodología I; Psicología social; Fisiología de la conducta; Atención y percepción; Fundamentos de metodología II e Interacción psicosocial.
  • Segundo curso: Lenguaje y pensamiento; Psicología de los grupos y las organizaciones; Psicología evolutiva: 1ª y 2ª infancia; Memoria y aprendizaje; Fundamentos de metodología III; Psicología evolutiva II: adolescencia, edad adulta y vejez; Psicofarmacología y Psicología de la personalidad.
  • Tercer curso: Intervención psicosocial y organizacional; Evaluación psicológica; Psicometría; Neuropsicología; Psicología de la educación; Psicología de la salud; Psicología de las dificultades del aprendizaje y Evaluación e intervención psicoeducativa.
  • Cuarto curso: Tratamiento psicológico; Psicopatología; Materias optativas (Psicología comunitaria, Psicología del género, Programas y estrategias de intervención psicoeducativa, Estrategias de intervención y diversidad familiar, Psicología jurídica, Prejuicio y discriminación, Neuropsicología clínica y Estrés y rendimiento); Prácticas externas (Prácticas en psicología clínica y de la salud, Prácticas en psicología de la educación, Prácticas en psicología del trabajo, Prácticas en intervención psicosocial y Prácticas en neuropsicología) y Trabajo de fin de Grado.

El Grado en Psicología se compone de 240 ECTS, lo que equivale a un mínimo de 6000 horas de formación dentro del Sistema Europeo de Transferencia y Acumulación de Créditos. Además, los Graduados tienen la posibilidad de acceder a diferentes estudios de Máster Oficiales Universitarios. Gracias a esta formación de posgrado, adquieren conocimientos y habilidades para desarrollar actividades profesionales en diferentes ámbitos, como la mediación e intervención familiar o las dificultades específicas de apoyo educativo, entre muchos otros. Es más, estos estudios de Máster posibilitan la realización de estudios de Doctorado.

Por otra parte, debido a especificidades en cuanto a competencias y legislación de las profesiones sanitarias, la Psicología posee dos titulaciones reconocidas como profesionalizantes en el ámbito sanitario español. Una de ellas es la Especialidad en Psicología Clínica, titulación a la que se accede tras superar las oposiciones correspondientes, siendo los únicos psicólogos habilitados para trabajar en la Sanidad Pública española (pudiendo desempeñar sus funciones también en el ámbito privado). La otra es la Psicología General Sanitaria, titulación a la que se accede a través de estudios de Máster Oficial Universitario Profesionalizante y que permite desempeñar sus competencias en el ámbito privado. La definición de competencias y ámbitos de aplicación de estas titulaciones ha generado bastante conflicto y controversia dentro de la profesión. Dado que el objetivo de esta entrada no es profundizar en este hecho, remitimos a quien estuviera interesado en ampliar la información a los textos reguladores y sentencias judiciales al respecto (Ley 33/2011, de 4 de octubre, General de Salud PúblicaLey 5/2011, de 29 de marzo, de Economía SocialSentencia de la Audiencia Nacional acerca del conflicto competencial).

En el caso de las titulaciones no sanitarias, las competencias se encuentran recogidas en el Libro Blanco de la Psicología y en la descripción de competencias de cada una de estas titulaciones, habiendo sido acreditadas por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Por ejemplo, en el caso del Grado en Psicología, la definición de competencias es la siguiente:

El Graduado en Psicología es un profesional con los conocimientos científicos necesarios para comprender, interpretar, analizar y explicar el comportamiento humano, así como, con las destrezas y habilidades para evaluar e intervenir a nivel básico en el ámbito individual y social con el fin de promover y mejorar la salud y la calidad de vida.

Esta definición general se concreta en los diferentes ámbitos de aplicación. Dada la extensión de estas descripciones, no las analizaremos pormenorizadamente, pero para todo aquel que tenga interés, puede consultar esta información en el siguiente enlace: Libro Blanco de la Psicología.

En el caso de las profesiones sanitarias de la psicología, el marco competencial ha sido regulado por el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, a través de la Ley 33/2011, de 4 de octubre, General de Salud Pública.

Si tenemos en cuenta que los Psicólogos Especialistas en Psicología Clínica deben pasar por cuatro años de formación tras superar sus oposiciones y que los que realizan un Máster Oficial Universitario pasan por, como mínimo, un año de formación de posgrado, a las 6000 horas de formación del Grado hay que añadir entre 1500-4000 horas de formación adicional.

Este hincapié en la formación queda patente en el artículo 17º del Código Deontológico de la Psicología:

La autoridad profesional del Psicólogo/a se fundamenta en su capacitación y cualificación para las tareas que desempeña. El/la Psicólogo/a ha de estar profesionalmente preparado y especializado en la utilización de métodos, instrumentos, técnicas y procedimientos que adopte en su trabajo. Forma parte de su trabajo el esfuerzo continuado de actualización de su competencia profesional. Debe reconocer los límites de su competencia y las limitaciones de sus técnicas.

Es decir, un alto nivel de exigencia en cuanto a la formación es básico para ejercer la profesión de psicólogo.

¿Cuál es el caso del coaching? La realidad es que no existe una vía formal para acceder a esta titulación. De hecho, no necesitas ninguna titulación o formación específica para ejercer como coach. En España no existe ningún título profesionalizante de coaching, dado que estos títulos sólo pueden ser expedidos y/o acreditados por el ministerio correspondiente.

Entonces, ¿cómo se forma un coach? Aunque no es necesario ningún tipo de formación para ejercer como coach (porque no es una profesión regulada), al investigar aparece rápidamente la International Coach Federation. Esta organización se define en su página de la siguiente manera:

es el recurso más importante del mundo para coaches profesionales y personales, así como la fuente de referencia para quienes buscan un coach. La ICF es una organización sin ánimo de lucro de asociación individual formada por profesionales de todo el mundo que practican el coaching profesional y personal, con más de 30.000 miembros en más de 140 países.

Los cursos de formación publicitados por esta organización son de tres tipos, a continuación se exponen sus características resumidas, quien esté interesado puede consultarlas tal y como aparecen en la página web oficial.

ACTP (Accredited Coach Training Program):

  • Duración mínima de 125 horas de formación específica de coaching.
  • Mínimo de 6 sesiones de prácticas supervisadas de coaching.
  • Un examen final que evalúa las competencias de coaching del alumno.

ACSTH (Approved Coach Specific Training Hours):

  • Cursos de al menos 30 horas que han sido aprobadas como formación específica de coaching.

CCE (Continuing Coach Education):

  • Cursos que persiguen profundizar en el desarrollo profesional del coach y sus competencias y satisfacer necesidades formativas específicas de los coaches que quieran obtener una Certificación ICF.

Consideramos bastante relevante señalar que el mayor intervalo formativo es de 125 horas.

Por otra parte, dado que no hay una vía regulada, cada uno puede formarse (o no) como considere. En este punto aparece uno de los principales problemas. Algunas instituciones oficiales, entre ellas Universidades, dan cabida a títulos propios de especialización en coaching. Como ejemplo, podemos ver el caso de la UNED: https://www2.uned.es/masterenpsicologiadel/coaching/nw/prof.htm

No deja de ser llamativo que quince de los dieciocho docentes del título sean psicólogos o docentes universitarios de áreas de la Psicología. Pero no son los únicos, encontramos títulos similares en la Universidad de Barcelona o la Universidad de Valencia, entre muchas otras.

https://www.il3.ub.edu/es/master/master-inteligencia-emocional-coaching-entorno-laboral.html

http://www.universia.es/estudios/universitat-valencia/master-coaching-liderazgo/st/206958

¿Significa esto que al estar avalados por una Universidad acreditan para ejercer una profesión? Categóricamente no. Repetimos: no existe regulación profesional alguna para el coaching. Lo que sí implica es que se dota de validez a una «técnica» o «metodología» sin ningún tipo de apoyo científico, como reconocen quienes imparten dichos títulos:

Muchos elementos del coaching forman parte de los contenidos que estudian los psicólogos en la licenciatura y el postgrado (por ejemplo: técnicas de entrevista, habilidades interpersonales, etc.). Sin embargo, no existe una formación reglada específica en coaching, como tampoco existe, por ejemplo, en técnicas de evaluación. El coaching no es una ciencia, sino un procedimiento de trabajo y, por tanto, no existe una licenciatura en coaching. Tampoco es un tema habitual en los programas de postgrado de las universidades, dónde sí puede y debe tener cabida, seguramente porque no han sido profesores universitarios los que en un principio lo han impulsado.

Finalmente, podríamos preguntarnos si hay diferencia entre las actividades realizadas por los profesionales de la Psicología y por los coach. La respuesta es clara: . Los psicólogos tienen una serie de competencias avaladas por organismos oficiales, con un mínimo de 6000 horas de formación, que les dotan de competencias para tratar dificultades muy diversas de los usuarios de sus servicios, pero también para fomentar sus fortalezas (no olvidemos la psicología positiva, pero la científica, no la que queda tan bien en tazas y camisetas). Los coach no tienen obligación de tener ningún tipo de titulación específica. Su formación consiste en un número considerablemente inferior a la de un psicólogo y, en ningún caso, le acreditan o regulan como profesional. Además, los supuestos tópicos tratados por el coaching coinciden con los del counseling o consejo psicológico. 

Nos gustaría terminar esta entrada con una reflexión:

Consideramos que ya es hora de llamar a las cosas por su nombre y defender la profesión cuando su buen nombre se vea afectado por todos aquellos que, de manera más o menos explícita, incurren en intrusismo profesional y se ven obligados a escudarse en supuestos títulos que les avalan. Además, nos comprometemos a utilizar los mecanismos habilitados para denunciar estos casos y a contestar mensajes falaces siempre que sea necesario. Sin embargo, sería muy hipócrita por nuestra parte no preguntarnos cómo se ha generado esta situación. En nuestra opinión, los psicólogos somos responsables de la imagen social que generamos (reconozcámoslo, la gente sigue pensando en divanes y en Freud al pensar en Psicología, incluso algunos profesionales lo hacen). Esto implica que la falta de rigor en nuestros procedimientos, cualquier profesional que decide no actualizar su formación de manera constante y adherirse a los principios científicos de la profesión, aquellos que emiten opiniones banales a través de los medios de comunicación y todas esas instituciones académicas que se alejan de la actividad profesional o que sólo piensan en el lucro generado por sus titulaciones, hacen más daño a la profesión que los intrusos (que no son pocos).

El coaching no es diferente de otras etiquetas, como los prefijos mind- o neuro-, cuyo principal uso es el marketing. Se trata de mecanismos empleados para intentar dar validez a determinadas actividades profesionales. Aunque critiquemos y nos defendamos del intrusismo profesional que los utiliza, los psicólogos que los asumen y ponen en práctica en su actividad profesional son quienes más nos perjudican.

Quizá sea el momento de reivindicarnos como proponen desde Psiky, dar visibilidad a la validez de nuestros métodos, no dejarnos llevar por las modas y empezar a estar más preocupados por conformarnos como profesión, que por las divisiones internas.

«Todos los cerebros del mundo son impotentes contra cualquier estupidez que esté de moda«. – Jean de La Fontaine.

Nota: para todo aquel que esté interesado en consultar el código deontológico completo, puede hacerlo en el siguiente enlace:

https://www.cop.es/pdf/CodigoDeontologicoPsicologo-Modif-AprobadaJGral13-12-14.pdf